A confesión de castañeta, absolución de zapateta.
Anuncia el mal resultado de ser insistente en asuntos de poca importancia. Como aquel clérigo que, según cuenta Vital Aza, harto de oír a la gimoteante penitente decir:-Señor cura, tengo lo otro---arremangó el manteo y le espetó:- Lo que tienes, hija mía, es ganas de fastidiarme!-
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