A lo que no te agrada, haz que no oyes nada.
De tal picardia tachaba una vez a Romanones cierto amigo suyo, arguyendo que siempre había habido sordos de convenencia: pero el conde, que de veras tardeaba del oído, le replicó: Te equivocas, créeme. Yo no oigo ya ni lo que me conviene.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario