martes, 15 de mayo de 2012

A la ira y al enfado, darles vado.

Esto es, esquivarlos hábilmente. Como los músicos de aquella orquesta contra los cuales su director, Toscanini, en súbito arrebato de ira, arrojó una vez su reloj de pulsera. Se hizo el silencioso, pero algunos dias después el ilustre director recibió  junto al reloj,  ya reparado, otro de pacotilla que decía: -Este, solo para los ensayos.-

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